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La declaración del Reverendísimo Barry C. Knestout sobre el vigésimo aniversario del 11 de septiembre

10 de septiembre de 2021

La declaración del Reverendísimo Barry C. Knestout sobre el vigésimo aniversario del 11 de septiembre

“Mientras que nuestra nación se prepara para celebrar el vigésimo aniversario del 11 de septiembre de 2001, recuerdo las palabras de San Juan Pablo II quien, durante su audiencia general al día siguiente, llamó a las acciones un ‘día tenebroso en la historia de la humanidad, una terrible afrenta contra la dignidad del hombre ‘. Continuó, ‘… la fe sale a nuestro encuentro en estos momentos en los que todo comentario parece inadecuado. La palabra de Cristo es la única que puede dar una respuesta a los interrogantes que se agitan en nuestro espíritu’.

“Para nosotros que tenemos la edad suficiente para recordar el 11 de septiembre, nunca olvidaremos las imágenes grabadas en nuestras mentes desde Nueva York, el Pentágono y Pensilvania, y la pérdida de vidas. Tantas personas todavía quedan impactadas por los eventos de ese día: los primeros en responder incluyen a aquellos aquí en Virginia que actuaron con valentía en el Pentágono, los voluntarios, los seres queridos de aquellos que no sobrevivieron, los rescatistas y muchos más.

“Como tú, recuerdo dónde estaba ese día cuando escuché la noticia. Llevaba apenas un par de meses en mi rol como director de la Oficina de Ministerio Juvenil y Organización Juvenil Católica de la Arquidiócesis de Washington. Al escuchar a la estación de radio WMAL mientras conducía hacia el centro pastoral, supe que un avión había chocado con las Torres Gemelas. Como todos los demás, pasé el resto del día perplejo y conmocionado mientras veía las noticias en la televisión.

“Nuestras reflexiones sobre lo que ocurrió hace 20 años nos recuerdan cuán valiosas son nuestra fe y esperanza en Dios, y cuán importante es para nosotros nutrirlas y vivirlas para que puedan prepararnos y sostenernos durante nuestras horas más oscuras.

“Mientras ponemos en oración a todos los que sirvieron ese día y en los días y las semanas siguientes, tomemos en serio las palabras de San Juan Pablo II: “Aun cuando parecen dominar las tinieblas, el creyente sabe que el mal y la muerte no tienen la última palabra”.

“Que nuestra Madre Santísima, Nuestra Señora Reina de la Paz, proteja a nuestra gran nación”.

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