Catholic Diocese of Richmond

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Ministry > Servant of God, Francis J. Parater

Francis Joseph Parater nació en el seno de una familia católica el 10 de octubre de 1897, en la ciudad de Richmond, Virginia. Sus padres fueron el Capitán Francis Joseph Parater, Sr., y su segunda esposa, Mary Raymond.

Mary Raymond se crió como episcopaliana y comulgaba en la Iglesia Episcopal de San John, en Church Hill (lugar donde Patrick Henry dio su famoso discurso). Desde el momento de su matrimonio acordó en criar a cada uno de sus hijos como católicos, por eso ella decidió que lo mejor que podía hacer era volverse católica.

Frank fue bautizado en la Iglesia de San Patricio, en Church Hill, la más alta de las siete colinas de Richmond. Creció dentro de una familia muy unida y en medio de la gran comunidad católica de ese barrio en Church Hill. El padre de Frank era un empleado municipal que cuidaba el parque situado frente a su humilde casa. También se ocupaba del jardín del Monasterio de la Visitación, ubicado a dos cuadras de su casa. Frank podía ir fácilmente caminando desde su casa al monasterio para la misa diaria, en la que sirvió como monaguillo desde el día de su primera comunión hasta que dejo Richmond para ir a la universidad. Las Hermanas de la Visitacion tenían una academia donde estudiaron las dos hermanas de Frank, Marie y Grace.

Frank estudió en la escuela de St. Patrick y en la escuela secundaria Benedictine en Richmond. Se graduó en 1917, siendo el mejor de su clase y valedictorian por obtener las mejores calificaciones. Al final de su adolescencia, Frank se volvió muy activo en los Boy Scouts de América. Su participación fue tan ejemplar que incluso a su corta edad se le pidió que desempeñara funciones de liderazgo. A pesar de su baja estatura, alcanzo el rango de Eagle Scout. Frank, un joven excepcional, era conocido por sus ideales y su criterio. Por otro lado, en una época en la que la fe católica no se consideraba favorable en la sociedad, Frank era reconocido entre católicos y no católicos. De hecho, los periódicos destacaron sus logros, sus talentos naturales y sus dones de corazón y mente. Además, su decisión de estudiar para el sacerdocio, su viaje a Roma, su muerte prematura y su testamento recibieron una cobertura mucho mayor de lo que era de esperarse para la época.

En 1917, Frank comenzó su formación sacerdotal en el Seminario Belmont Abbey de Carolina del Norte en la cual continúo llevando una vida muy devota como se detalla en el diario que escribió mientras estuvo allí. Su objetivo era: “Esforzarse por todos los medios posibles para llegar a ser un sacerdote puro y digno, un alterus Christus [sic].”

Durante este periodo él continúo yendo a misa y recibiendo la sagrada comunión diariamente, así como también rezando el rosario y el “Acordaos” todos los días, también se confesaba semanalmente de acuerdo con una regla de vida que había elaborado para sí mismo. Frank tenía la sensación constante de que “…el Sagrado Corazón nunca falla a quienes lo aman.” Los Padres Benedictinos le dieron a conocer la espiritualidad de la Pequeña Flor, Santa Teresita del Niño Jesús, O.C.D.

Mientras estaba en el seminario, Frank tomo la decisión de estudiar para el sacerdocio diocesano. Esta decisión fue tomada con la ayuda de su director espiritual y tras conversaciones con el Reverendo Denis J. O’Connell, D.D., Obispo de Richmond. Frank estaba convencido de que en su Virginia natal había una necesidad tan grande de ministerio sacerdotal que por ello renunciaría a su deseo de vida monástica por el servicio directo al pueblo de Dios.

Durante los veranos mientras estaba en el Seminario del Belmont, participaba activamente en las actividades para jóvenes de los Caballeros de Colón y era director del campamento de verano de los Boy Scouts de América. Debido a que los lideres de los Scouts vieron tal virtud e ideales en Frank, quisieron que sirviera como director del campamento de verano supervisando aquellos que eran incluso mayores que él. Se le consideraba un “scout de cuatro peldaños” excepcional en todos los sentidos.

En otoño de 1919, el Reverendo Denis J. O’Connell, antiguo rector de Colegio Norteamericano y entonces obispo de Richmond, lo envió a estudiar al Pontificio Colegio Norteamericano de Roma. Llegó y se matriculó el 25 de noviembre de 1919. Era popular entre sus compañeros, mostraba un cálido sentido del humor y animaba a todos, igualmente continúo profundizando en su vida espiritual. En diciembre escribió un Acta de Oblación al Sagrado Corazón de Jesús que fue sellada y marcada para ser leída solo en caso de su muerte en Roma. Frank expresó su motivación al hacer su ofrenda de esta manera:

            “No tengo nada que dejar o dar sino mi vida y está la he consagrado al Sagrado Corazón para que la use como Él quiera… Para esto vivo y en caso de muerte para esto muero. … Desde pequeño he querido morir por Dios y por mi prójimo. ¿Tendré esta gracia? No lo sé, pero si sigo viviendo, viviré por este mismo propósito; cada acción de mi vida aquí es ofrecida a Dios para la expansión y el éxito de la Iglesia Católica en Virginia. …Serviré más a mi diócesis en el Cielo de lo que pueda hacerlo en la tierra.”

Además, escribió una “Carta abierta a los Scouts de Richmond” marcada de manera similar. El Acta de Oblación al Sagrado Corazón de Jesús no fue descubierta sino hasta después de su muerte el 7 de febrero de 1920, cuando un compañero seminarista, Frank Byrne, de la diócesis de Richmond, reviso sus pertenencias y encontró este testamento.

A finales de enero de 1920, Frank contrajo un reumatismo que se transformó en fiebre reumática y le causo un enorme sufrimiento. Fue trasladado al hospital de las Monjas Azules el 27 de enero. El director espiritual del colegio, el Padre Mahoney, le explicó a Frank que su enfermedad era grave y le administro los Últimos Ritos. Frank deseaba levantarse de la cama y arrodillarse en el suelo para recibir la Sagrada Comunión como Viático, pero se lo impidieron. Sin embargo, con devoción y sin miedo a la muerte, se arrodilló en la cama e hizo su última comunión. El 6 de febrero, Monseñor Charles A. O’Hern, rector del colegio, ofreció la misa del Sagrado Corazón por Frank. Frank Parater murió el 7 de febrero de 1920. Fue enterrado en el mausoleo del Colegio Norteamericano en Campo Verano. Su Acta de Oblación fue descubierta después de su muerte. Dos Papas han pedido copias de ella, y se ha publicado en inglés y en L’Osservatore Romano en italiano.

En 1920, tanto los periódicos de la ciudad como el Reverendísimo Denis J. O’Connell, D.D., Obispo de Richmond, elogiaron las virtudes del seminarista fallecido, considerándolo un modelo para los seminaristas. Décadas más tarde, en los años sesenta, un obispo de Richmond que había sido compañero de estudios de Frank, el Reverendísimo John Joyce Russell, D.D., nombró un campamento de verano en honor a Frank Parater y consiguió varios artículos de su familia para conservarlos en los archivos diocesanos.

El Obispo Walter F. Sullivan, Decimoprimer Obispo de Richmond, convoco el 12 de abril de 2002 un Tribunal para la Instrucción de la Causa de Canonización del Siervo de Dios, Frank Parater. El Reverendo Scott Duarte, J.C.D., actuó como postulador de la Causa. El propósito y objetivo del Tribunal era llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre la vida de Frank Parater para así establecer su reputación de santidad y la importancia de la causa para la Iglesia, de igual forma preparar toda la documentación necesaria para su presentación al Dicasterio para las Causas de los Santos.

El 7 de febrero de 2005, el Obispo Francis X. DiLorenzo firmó los documentos que se enviaron al Vaticano tras presidir la sesión de clausura de la fase diocesana para impulsar la causa de canonización de Frank Parater. La sesión tuvo lugar en el octagésimo quinto aniversario de la muerte de Frank.